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Contra el terrorismo 1

Los últimos acontecimientos ocurridos en Londres me han hecho preguntarme si el mundo es ahora más seguro. Esto luego de ver un reportaje donde se dio cuenta de los gastos en seguridad de los países desarrollado, el cual fue emitido través del canal de televisión BBC el día de ayer.
Allí se hizo hincapié en la política antiterrorista de George Bush, quien basa su gestión en este ámbito en lo que se ha llamado “guerras Preventivas”, política que a la luz de los hechos, es un fracaso.
Hay que señalar que los servicios británicos habían desactivado seis ataques de Al Qaida en el Reino Unido, además de otros atentados menores. El séptimo ha salido. Será difícil impedir nuevas voladuras. Difícil, pero no imposible. La colaboración de los países en este tema ha de ser total. ¿
Es imposible para un país defenderse sólo. Uno de los más vulnerables es EE.UU., amenazado por el terrorismo, también por los errores de Bush. Sólo la calidad de los servicios, su formación y la firmeza de la conciencia ciudadana acabarán por dar cuenta del terror. Los expertos creen en la relación constante, veinticuatro horas al día, entre los organismos de seguridad.
Ojo a los cloroformos en un tiempo de grandes amenazas. La mezcla de banalidad y máxima violencia es explosiva. Los servicios británicos encontrarán a los autores de los atentados del jueves, podemos estar seguros. Pero no se trata de cazarlos (aunque también), sino de evitar matanzas futuras. El MI5 y el MI6 harán su trabajo, no hay duda. Entre tanto nosotros, simples ciudadanos, recordemos a Paul Ricoeur: “por radical que pueda ser la maldad, no es tan profunda como la raíz de la bondad”.

PROBLEMAS EN BOLIVIA 2 PARTE

Durante todo este fin de semana hemos estado siguiendo con particular atención los acontecimientos en Bolia, especialmente después del anuncio efectuado por su Presidente Carlos Mesa, en el cual exhortó a la iglesia católica a tomar parte en el duro conflicto social en el que se encuentran sumidos, pero aún poco y nada se ha podido hacer, aun con la medicación de instituciones tan relevantes como el obispado de La Paz y el Congreso de ese país.
Bolivia, de manera particular las ciudades de La Paz y El Alto, están viviendo una tensa espera por la determinación de los presidentes de las Cámaras Legislativas, apoyados por los jefes de algunas bancadas políticas y brigadas parlamentarias, para reanudar las sesiones legislativas mañana martes. Este día nuevamente tratarán de lograr consenso para el tratamiento de la Ley Especial de Convocatoria a la Constituyente y proseguir con la consideración de la Ley de Autonomías Regionales en la Cámara de Diputados.
Durante tres días consecutivos el Congreso Nacional no ha podido incluir en una sola agenda el tratamiento de la Constituyente y el Referéndum Autonómico, por falta de puntos de coincidencia. En el último de esos días la intemperancia de algunos parlamentarios bolivianos impidió la instalación del Congreso, exigiendo que antes se llegue a una posición concertada para que se incluya en la orden del día el tema de la Constituyente
En esas circunstancias los presidentes de las Cámaras legislativas optaron por lo más fácil: dejar hacer, dejar pasar, para luego hacer conocer a los periodistas su determinación de declarar un cuarto intermedio, hasta mañana martes. Esta actitud hace que el ciudadano común sea el más afectado porque en tanto no se dé una salida a la crisis que vive el país, la situación para quienes viven en La Paz y El Alto es insoportable. Cabe señalar además que más de cien compatriotas nuestros se encuentran atrapados en Bolivia sin poder regresar hasta sus casas, sin contar los consabidos problemas económicos que se originan en la economía de nuestra ciudad al no poder tener un flujo comercial normal con Bolivia.
La determinación del Presidente boliviano Carlos Mesa de llamar a la Constituyente y al Referéndum en principio parecía que aplacaría los ánimos de los dirigentes y parlamentarios indígenas, quienes junto a varios miles de sus seguidores tienen sitiada a La Paz. Sin embargo han dispuesto radicalizar sus medidas de protesta y amenazan con un bloqueo de caminos a nivel nacional.
La falta de responsabilidad de los parlamentarios de se país, es la causa principal para que las movilizaciones sociales vayan creciendo a medida que pasan los días. Dilatan la solución de problemas a pesar de que saben que a medida que transcurre el tiempo es más difícil aliviar la situación del país. Pero al parecer las necesidades de la población no les preocupan.
Poco tiempo después que los parlamentarios dispusieron el cuarto intermedio para continuar este martes la consideración de los temas de la Constituyente y el Referéndum Autonómico, todos los medios de comunicación del vecino país dan cuenta de que el bloqueo de caminos se está generalizando en distintos puntos del territorio nacional y el mismo afecta fundamentalmente a los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba. La falta de transitabilidad también afecta a otros departamentos como Santa Cruz y Trinidad.
Por este lamentable panorama el pueblo boliviano está sometido a una tensa espera, que esperamos concluya en próximos días, por el bien de nuestros vecinos y de nuestros compatriotas que se encuentran atrapados sin poder retornar hasta Chile.

Problemas en Bolivia 1 parte

”Si los sectores que acosan al Gobierno y que exigen la renuncia del Presidente o el adelantamiento de las elecciones generales —de manera cada vez mayor— no responden a esta última instancia, el caos político caería a lo más hondo de lo tolerable”.

Así señala la edirorial del diario boliviano El Deber, en su editorial de hoy, ello en relación al caos que se vive en el vecino país y que tiene a más de cien compatriotas atrapados en Bolvia sin poder regresar a Chile, producto del bloqueo de carreteras que afecta a los altiplánicos.
He querido escribir sobre esto hoy, debido a que los problemas políticos y sociales que efactan a nuestros vecinos son cada vez mayores y por lo mismo nos afectan cada vez más a nosotros, por cuanto gran parte de nuestra economía-me refiero a nuestra región y en especial a Iquique-se mueve en gran medida al intercambio comercial con Bolivia, cerca de un 40 por ciento dicen algunos especialistas, pero los acontecimientos que afetan a Bolivia, sin lugar a dudas han mermado aquello.
El jueves recién pasado el Presidente Boliviano Carlos Mesa realizó un urgente llamado a todos los sectores del país, hecho que ya se ha tornado costumbre.
El mensaje presidencial del jueves por la noche fue acompañado de dos decretos, uno para la elección de constituyentes y el otro para el referéndum autonómico vinculante, fijando fecha para ambos actos: el 16 de octubre del presente año. Éste era el tema en el que no se había logrado consenso, durante horas de discusiones, entre las bancadas y brigadas parlamentarias del occidente y el oriente del país. Pero, además, el Presidente convocó a la Iglesia Católica para que llame a un diálogo nacional, sin condiciones, que únicamente ponga su esfuerzo en el interés nacional.
No obstante, el clima político actual está tan tirante que la respuesta a la exhortación del Primer Mandatario y sus dos decretos han sido desechados por casi todos los sectores del país, con el agravante de que tanto los movimientos populares y campesinos —que dan prioridad a la Asamblea Constituyente— como los cívicos y empresariales del oriente —que empujan el referéndum autonómico— coincidieron, finalmente, en algo: oponerse a los decretos y quitarle importancia al nuevo intento presidencial por apaciguar la situación. Las razones de los diversos sectores para desvirtuar este último recurso van desde una supuesta inconstitucionalidad de los instrumentos dictados hasta la falta de credibilidad en los desesperados esfuerzos del Gobierno por conjurar la compleja situación reinante. Esto provoca que el problema político de fondo quede sin solución y que, nuevamente, el áspero debate retorne al seno del Congreso Nacional, donde daba la impresión —hasta anteanoche— de que todos los intentos para arribar a un acuerdo se habían desvanecido.
es de esperar que el panorama político de Bolivia cambie durante el fin, yo seguiré atento a los acontecimientos y escribiendo sobre el tema en mi blog.

La Democracia en América Latina

Autor: César Rama López

“Nada sabemos del futuro –decía Jorge Luis Borges- salvo que diferirá del presente”. Es claro que no podemos imaginarnos los tiempos que vienen como una simple traslación de los datos que nos parecen relevantes a nosotros hoy. El futuro, sin embargo, se organiza en torno al cambio de valores y registros de una cantidad de variables que, ellas sí, se presentan como un conjunto mucho más estable y permanente, y en cierta medida, previsible.
La suerte de la democracia como régimen político depende de un número relativamente limitado de variables, aunque las modulaciones y las peculiaridades de cada lugar incorporen variaciones infinitas. Como en la literatura, donde los libros pueden contarse por millones, pero los relatos, en esencia, son poco numerosos; en la vida política de los países la suerte de la democracia se vincula al destino de pocas variables.
He querido escribir hoy sobre este tema, luego de haber visto la televisión de Bolivia, país que vive nuevamente en la incertidumbre en la cual se ven sumidos sus habitantes cada vez que sus líderes sociales, políticos, etc. se enfrascan en movimientos cada vez más complejos pero con una misma génesis, como es la nacionalización de sus recursos no renovables.
Es habitual en las Ciencias Sociales, cuando se trata de analizar o explicar ciertos fenómenos, optar por algunas variables a las cuales se atribuye un peso explicativo relativo mayor, y dejar de lado otras. Ello, por cuanto la selección sistemática e indiscriminada de posibles causas directas o indirectas de un fenómeno nos llevaría, irremediablemente, a la Historia Universal.
En principio quiero tomar en consideración las variables incorporadas al análisis por los institucionalistas y neo-institucionalistas, que jerarquizan el peso de las instituciones y reglas de juego en la suerte de las democracias, pero, de manera fundamental, trataré de desentrañar las lógicas de acción de los individuos, integrantes de las sociedades y de las élites, que son los sujetos centrales de los regímenes políticos democráticos en América Latina.
De esta manera se puede construir un escenario de observación donde puede ver el peso de reglas, instituciones y procedimientos de funcionamiento de la democracia y también las necesidades de los individuos, y cómo la democracia, u otros conceptos políticos rivales, pueden ofrecer satisfacción a las necesidades de esos individuos.
Como tesis de este análisis propongo que la suerte de la democracia en América Latina depende, primariamente, del grado por el cual este tipo de régimen garantice ciertos derechos elementales de los ciudadanos: trabajo, alimentación, salud, educación, seguridad o integración a la sociedad. De manera secundaria, su consolidación y su eficiencia consideramos que se vincula al buen funcionamiento de sus instituciones políticas y al comportamiento democrático de sus élites.



Entre las variables institucionales de la democratización deben figurar, en primer término, las técnicas electorales que aseguren la pureza del sufragio. Mientras existan técnicas que dejen abiertas las puertas al fraude electoral, al engaño y a la estafa de la voluntad de los ciudadanos, la democracia no existirá, o no existirá como régimen consolidado. Es probable que la extraña definición de las últimas elecciones norteamericanas abra un importante espacio de debate para el mejoramiento de estas técnicas. También sería importante, a la luz de esta experiencia, que los países latinoamericanos dejaran por un momento la costumbre de mirar a los Estados Unidos como ejemplo de democracia, y observen las técnicas desarrolladas por otros países latinoamericanos que aseguran una limpieza, pureza y sinceridad prácticamente absoluta del voto.
La suerte de la democracia, con su itinerario de éxitos o de fracasos, está directamente vinculada a la capacidad de este régimen político de satisfacer ciertas demandas básicas de los individuos que componen las sociedades. Esta precondición de la vida democrática ha sido, sin duda, percibida por los organismos internacionales orientados al desarrollo como el BID o el PNUD, los cuales promueven políticas sociales tendientes a reducir la pobreza, medida en términos de necesidades básicas insatisfechas. Ciertas limitaciones de estos programas y de las políticas sociales que se implementan localmente, problemas a los que no están ajenos la hegemonía prácticamente excluyente de los economistas y de las metodologías cuantitativas, han determinado una cierta reducción de la pobreza pero, al mismo tiempo, el mantenimiento de altísimos niveles de marginalidad. Precisamente esta marginalidad, en sus diferentes dimensiones, es hoy el principal desafío social a la consolidación y al éxito de las democracias en América Latina.
En su dimensión social, las perspectivas para la democracia no son buenas, por lo menos para los próximos cinco años. Los efectos, sin embargo, de la deslegitimación social de la democracia no son en estos años tan desestabilizadores como pudieron haberlo sido en otras épocas, porque otras variables políticas antidemocráticas, nacionales e internacionales, no actúan con la misma intensidad. Es probable que en los próximos cinco años se propaguen, con idas y venidas, flujos y reflujos, algunas formas autoritarias o neo autoritarias, preocupadas sin embargo de mantener la denominación de democracias, y encargadas de satisfacer autoritariamente algunas de las demandas más fuertes generadas por la exclusión social.
Se sostiene que el multipartidismo exacerba los problemas del presidencialismo y, al mismo tiempo, que el presidencialismo colma las dificultades creadas por el multipartidismo. Los sistemas presidencialistas no tienen mecanismos que aseguren mayorías legislativas y, para complicar más las cosas, los presidentes son elegidos para un mandato con tiempo fijo, predeterminado. No hay disolución ni otra forma prevista de cambio de gobierno constitucional, con lo cual la única posibilidad de cambiar un gobierno impopular es el golpe de estado.
Por estas consideraciones se afirma que el sistema presidencialista junto con el multipartidismo es una combinación problemática para la democracia. Esta interpretación tiene evidentes ventajas intelectuales sobre otras. Es sencilla, explica muchas consecuencias con pocas causas y, sobre todo, permite recetar fáciles terapias institucionales a complejas situaciones políticas y sociales. Los institucionalistas tienen un éxito comparable al de los adelgazantes que se venden por televisión: son una alternativa sencilla y grata a un cambio de comportamiento en las dietas que sería mucho más sacrificado. Cambiando las reglas de juego o las instituciones se evita el proceso mucho más incierto, complejo y dificultoso de cambiar los comportamientos de la élite política y hacerlos más democráticos.
El probable movimiento de las variables institucionales en los próximos años anima a anticipar que no va a mejorar de manera sensible el problema crónico de gobernabilidad y de eficiencia de las democracias en América Latina, aunque es esperable que disminuyan sus problemas de legitimación formal en las instancias electorales. De todas maneras la dimensión probablemente más crítica para la estabilidad democrática es la que hace a los comportamientos de las élites políticas del continente.
Las trágicas experiencias de dictaduras militares por las cuales pasaron varios países de América Latina en las décadas del ’70 y del ’80, dejaron, además de profundas heridas en el cuerpo social, un conjunto reconocible de aprendizajes, explícitos o implícitos, en las élites políticas. En su mayoría, los dirigentes políticos de los países han reconocido un hilo conductor entre los comportamientos antidemocráticos, o políticamente poco responsables, circulantes en sus países en los períodos pre-autoritarios y los golpes de estado que siguieron.
Los grupos políticos aprenden de éxitos y de fracasos, de las experiencias traumáticas o a través de una acumulación gradual de conocimientos adquiridas por ensayo y error. Estos aprendizajes pueden hacerse de manera directa o por intermedio de otros actores. Los fracasos y los traumas históricos hacen estos aprendizajes más evidentes, más visibles, porque son experiencias suficientemente fuertes como para sacudir creencias previas, orientaciones y rutinas. Sin embargo los aprendizajes traumáticos tienen sus propios límites, pues la fuerte fijación en los problemas del pasado hace que muchas veces se resuelvan ciertos problemas a expensas de crear otros problemas con una proyección compleja en el futuro. En Chile, por ejemplo, la obsesión por evitar conflictos y la búsqueda compulsiva de consensos, aprendizaje del período pre-1973, ha llevado a sofocar los necesarios debates sobre los problemas nacionales. En Argentina, la experiencia de la hiperinflación, que golpeó profundamente a la sociedad, llevó a que se resolviera al costo de un importante debilitamiento de sus instituciones representativas.
En términos generales, las experiencias de ruptura de los regímenes democráticos condujeron posteriormente, en esos países, a una reorientación de metas, objetivos y estrategias por parte de las élites políticas, con una aceptación muy amplia de las reglas de juego democráticas. Los actores políticos se preocuparon por resolver los problemas de gobernabilidad planteados por sistemas que se habían transformado en multipartidistas. Se pudo percibir también un rechazo generalizado por parte de las élites a los comportamientos con contenidos antidemocráticos, provenientes tanto de las filas militares como de grupos políticos radicales.
Los próximos años probablemente muestren una preocupación importante por parte de las élites políticas latinoamericanas en preservar las formas y los principales contenidos de los regímenes democráticos. La presión social, sin embargo, seguramente inducirá el desarrollo de regímenes híbridos, con formas democráticas y contenidos autoritarios.
El destino de la democracia en América Latina, a más largo plazo, estará determinado, sobre todo, por el equilibrio entre sus virtudes políticas y sociales. Es difícil que supere esta situación híbrida y con altibajos mientras que, además de ser una promesa de libertades ciudadanas, no sea una promesa igualmente concreta de mejorar las condiciones de la vida cotidiana de las personas, con datos más favorables de empleo, salud, alimentación, seguridad e integración a los beneficios de la vida en sociedad.
La mejor fórmula de estabilidad política seguramente siempre será que los individuos que componen la sociedad puedan ver los resultados concretos y tangibles de la democracia, pues no existe mayor seguridad para la supervivencia de un régimen político que el apoyo convencido de sus ciudadanos.

Para Gobernar hay que Comunicar

Autor: César Rama López

Aceptar la responsabilidad de servir como funcionario público a la ciudadanía implica el compromiso de comunicar qué se hace, cómo y por qué se hace a la sociedad.

La comunicación gubernamental es el único vínculo entre un gobierno y la sociedad. De acuerdo a la Real Academia Española, la comunicación es un trato, una correspondencia entre dos o más personas; y gobernar es la acción de guiar y dirigir. ¿Cómo se podría guiar a alguien o algo sin un canal de vinculación y correspondencia entre las partes? ¿Cómo gobernar sin canales estratégicos de comunicación entre los gobernados y gobernantes? La comunicación juega diversos papeles como vínculo entre el gobierno y la ciudadanía.

El primero de ellos es la comunicación como herramienta para hacer saber a la población lo que estamos haciendo como servidores públicos y la difusión de logros de gobierno. Por medio de la comunicación, un gobierno puede hacer que la población conozca y valore los logros que llega a obtener mediante la aplicación de políticas públicas exitosas.

Es difícil que todas las personas, perciban los beneficios de las obras que realiza un gobierno, pues algunas acciones no conllevan un beneficio directo para todos o porque no tienen resultados inmediatos.
Los recursos son finitos, por lo que es difícil cubrir de manera inmediata las necesidades de todas y cada una de las personas a las que servimos.
Sin embargo, todas esas personas califican y conforman lo que llamamos la opinión pública que tanto puede afectar la imagen de un gobierno.
Si cada uno de los logros de gobierno cuenta con una estrategia que comunique los beneficios de dicha obra o programa, la población será capaz de reconocer el esfuerzo que los funcionarios hacen por llevar bienestar a la sociedad, aún cuando el beneficio de dicha obra no se vea reflejado de manera directa sobre cada uno de los miembros de la comunicad para la cual trabajamos. De esta forma, la población es capaz de hacer juicios objetivos y se favorece una imagen positiva de los gobernantes. En este sentido, se pueden evitar reclamos por parte de la sociedad que pueden darse por la falta de conocimiento sobre el plan de gobierno y la forma en que son utilizados los recursos públicos. Aceptar la responsabilidad de servir como funcionario público a la ciudadanía, implica el compromiso de comunicar qué se hace, cómo y por qué se hace a la sociedad.

La gente confía recursos a los servidores públicos para que se los devuelvan como servicios y obras públicas que conlleven el bienestar para ellos y su comunidad. Es una obligación del funcionario público, hacer saber en qué se está utilizando y la forma en que se están manejando los recursos para brindar bienestar.
Sin una transparencia en el manejo de recursos, es difícil que la población quede satisfecha con el servicio de un funcionario público y participe pasiva o activamente en las acciones de gobierno
La comunicación juega un papel muy importante en la participación ciudadana. Es bien sabido, que un gobierno necesita de la cooperación de la sociedad para lograr llevar el beneficio a todos. Si las personas desconocen el plan y el beneficio de las acciones de gobierno, es difícil que quieran participar con nosotros en el esfuerzo por lograr el bien común.
La comunicación entre un gobierno y la ciudadanía se da en dos direcciones. Además de lo que un gobierno comunica a la sociedad, la comunicación gubernamental implica la retroalimentación por parte de la población hacia el gobierno.
La opinión pública, muchas veces representa una guía en el actuar de un gobierno. Si aprendemos a escuchar a la población, sabremos cuales son sus principales necesidades y preocupaciones; por lo tanto será más sencillo satisfacerlas y poder actuar y planear de acuerdo a ello. Un gobierno sabio es aquel que sabe escuchar, por lo que se deben de crear los canales de comunicación para que la sociedad pueda hacer llegar sus necesidades.
A pesar de que la comunicación es un elemento esencial en un gobierno, es importante tomar en cuenta que son necesarias buenas acciones que se puedan comunicar. El éxito de un gobierno no puede depender solamente de la comunicación, la base son las acciones de gobierno que lleven bienestar a la comunidad. La estrategia política y de comunicación, van de la mano para brindar a la gente un buen gobierno. Sin un buen desempeño y una buena imagen, la evaluación de un gobierno no será favorable.